Pirineos-Monte Perdido
Presencia humana Las características naturales de los Pirineos centrales y los recursos que ofrecían favorecieron la temprana presencia del hombre en la región, primero como nómada, después en asentamientos permanentes desde el Paleolítico Superior, tal como muestran lugares como las cuevas de Añisclo o de Escuaín, el círculo de piedras de Gavarnie o el dolmen de Tella. Los pobladores de estos parajes organizaron, así pues, sus asentamientos para aprovechar los recursos no sólo de los valles y de sus laderas, sino también de los altos pastos, bosques, paredes, rocas y desfiladeros, de los cauces fluviales, fuentes y aguas en general, así como para sacar partido de los recursos minerales.
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