Novacianismo
Ambiente religioso del s. III Hasta mediados del s. III las persecuciones contra el cristianismo no habían pasado de explosiones momentáneas de tempestad muy localizadas, y con cierto fondo de tolerancia. Por otra parte, en la Iglesia primitiva (siglos I-II), los llamados «pecados capitales»: apostasía, homicidio, adulterio y fornicación, se castigaban con gran rigorismo penitencial; pero aun a los grandes pecadores públicos expulsados perpetua o temporalmente de la Iglesia, después de larga y ejemplar penitencia, se les concedía el perdón y la readmisión en la comunidad cristiana. De esta práctica antiquísima dan testimonio san Ireneo de Lyon, Clemente de Alejandría, san Cipriano de Cartago y el propio Tertuliano antes de hacerse montanista. No faltaron, sin embargo, obispos y aun sectas excesivamente rigoristas (por ejemplo, el montanismo), que excluyendo definitivamente de la comunidad a los grandes pecadores, niegan a la Iglesia el poder para perdonar, este tipo de pecados (véase san Hipólito Romano en su controversia con el papa Calixto I, años 217-220).
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