Literatura infantil y juvenil
Introducción Su origen se confunde con el origen mismo de la literatura. De hecho, los folcloristas han demostrado que algunos de los cuentos narrados por Perrault, como *La bella durmiente* o *Pulgarcito*, existían ya en diversas variantes orales. En el siglo XVIII aparecieron, con el interés didáctico típico del neoclasicismo, numerosas obras dirigidas al público infantil. El romanticismo ejerció una importante influencia sobre este tipo de literatura, desarrollando una mayor fantasía y un más complejo didactismo en las obras de Martínez de la Rosa, H. Ch. Andersen y los hermanos Grimm, entre otros. Al mismo tiempo, comenzaron a aparecer temas nuevos, como la conquista del Oeste (con Fenimore Cooper y *El último mohicano*, 1826) y la ficción científica, a partir de las obras de J. Verne. Ya en época más reciente, cabe destacar como clásicos del género las obras de L. Carroll (*Alicia en el país de las maravillas*), E. de Amicis (*Corazón*), C. Collodi (*Pinocho*), S. Lagerlöf (*El maravilloso viaje de Nils Holgersson*), J. Spiry (*Heidi*), M. Twain (*Las aventuras de Tom Sawyer*), J. R. Jiménez (*Platero y yo*) y A. de Saint-Exupéry (*El principito*). El cine, la televisión y los cómics han influido significativamente en la literatura infantil y juvenil, que ha adoptado técnicas propias de estos medios de comunicación.
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