La tropilla
Tipos y paisajes criollos - Serie IV La tropilla de Godofredo Daireaux La tropilla Recibida la hacienda y puesta en marcha, don José cortó de las demás su tropilla y se volvió para la estancia, donde era capataz, arreando solo y en tren ligero, los quince caballos rosillos y la yegua mora que, con su recado, su poncho y sus huascas, constituían lo mejor, sino el total de su fortuna, al mismo tiempo que eran su orgullo y su gloria. Unas veinte leguas, más o menos, tenía que hacer: de estas leguas pampas, medidas al tanteo, y que, según la estación y la hora, el estado del caballo, la dirección del viento y el rumbo, parecen dos cada una, o se vuelven un soplo. Todo, en esa ocasión, le favorecía: la tropilla, compuesta de puros animales lindamente baqueteados y bien reposados, volvía para la querencia, por una mañana deliciosa de otoño y con el viento de cara, que refresca y barre el polvo: era como quien dice el cielo. Una cosa es andar en esas condiciones y otra...
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