Bailén : 30
Bailén : 30 de Benito Pérez Galdós Una vez arriba, el ayo informó a los viajeros de lo que ocurría, y pasando adentro las tres señoras, el diplomático se quedó con D. Paco en el comedor. -Aquí estamos consternados, Sr. D. Felipe -dijo el ayo-. Y si mi amo no parece el mundo habrá perdido en el fragor de horripilante batalla a un joven que prometía ser gran filósofo, y que ya era gran calígrafo. -¡Demonio de contrariedad! -dijo el diplomático, sacando su caja de tabaco y ofreciendo un polvo al ayo, después de tomarlo él-. Lo siento... a nuestra edad nos gusta tener quien nos suceda y herede nuestras glorias para desparramar su luz por los venideros siglos. Vea Vd. la razón por qué me apresuré a reconocer a mi querida hija... ¡Ah! Sr. D. Francisco: yo he tenido una juventud muy borrascosa, como todo el mundo sabe, y hartas noticias tendrá Vd. de mis aventuras, pues no había...
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