Introducción Cuando dos hombres se ligaban mediante un contrato escrito, en la época feudal, era frecuente que cortasen el manuscrito en dos, y que se recompusieran los pedazos, en caso de impugnación. - Arriba: Contrato «dividido» Miniatura. París, Biblioteca Nacional. Hubo un tiempo en que estaba muy extendida la idea de que en el año 1000, los hombres, aterrorizados por la inminencia del fin del mundo y del juicio universal, serían incapaces de toda iniciativa, oprimidos por el estupor y por las «tinieblas». Hoy, por el contrario, el comienzo del siglo XI se nos presenta como un período de gran actividad: el Occidente se cubre de «un blanco manto de iglesias». Las invasiones han cesado, y se ha conjurado el peligro árabe. El sistema feudal acaba de consolidarse: en él tiene una parte esencial la tierra, porque permite directamente la vida a dos de las tres clases que componen la sociedad, es decir, a los señores, «hombres de armas», y a los siervos, «hombres de trabajo». En cuanto a la tercera parte de este tríptico, los clérigos, «hombres de oración», extraen también del suelo la mayor parte de sus rentas. La clase dominante de los señores se ha convertido en un conjunto de grandes propietarios que nan recibido sus tierras en «beneficio». En sus posesiones, los campesinos están sometidos a los amos. Examinaremos sus relaciones, trazando, a grandes lineas, la evolución que, hasta finales del siglo xv, ve el debilitamiento del feudalismo, la liberación de los campesinos acomodados y, al propio tiempo, el crecimiento de una nueva clase: la burguesía de las ciudades.