XVII. Exilio en Londres
La invasión de Austria En cuanto tiene noticia de la invasión, Jones decide hacer un último esfuerzo para persuadir a Freud de que se marche. Llega a Viena el 15 de marzo y encuentra la ciudad llena de soldados alemanes, mientras grupos de jóvenes, en su mayoría llegados de Alemania, recorren las calles al grito de ¡Heil Hitler!. Se dirige primero a la editorial, según el consejo de Anna; y allí está Martin arrestado, sentado en un rincón, mientras soldados nazis confiscan el poco dinero que hay en la caja. Las escaleras y las habitaciones están llenas de jóvenes armados con pistolas. Cuando una hora más tarde le dejan salir, se dirige a casa de Freud. La escena que encuentra es similar a la de la editorial. La policía ha invadido la casa, y mientras unos agentes empiezan a registrar las habitaciones, Martha, que tiene setenta y seis años, invita al centinela de la puerta a que tome asiento. Como explica cándidamente más tarde, se sentía incómoda viendo en su casa a un hombre de pie. Después saca la caja donde guarda el dinero de la casa y poniéndola delante del grupo, dice: «Caballeros, sírvanse ustedes mismos». Anna les lleva entonces a la caja fuerte, donde había 6.000 chelines austríacos, y mientras los soldados cuentan, aparece Freud en la puerta. Su presencia y sus ojos chispeantes llenan de confusión a los soldados, que se marchan atropelladamente. Inmediatamente Jones se encierra con Freud en su despacho y le insta a que se marche, pero, como temía, Freud insiste en permanecer en Viena. Cuando Jones le dice que tiene que pensar en su familia, que su decisión no le afecta sólo a él, Freud exclama: «Solo! Ah, si estuviera yo solo habría terminado con mi vida hace mucho tiempo». A los argumentos de Jones, Freud contesta que está demasiado débil para viajar y que ningún país le concedería la entrada. Al decir esto no estaba haciendo melodrama: al contrario, en aquel momento casi todos los países habían cerrado sus fronteras a los refugiados. Jones insiste en que tratará de que en Inglaterra hagan una excepción, aunque la mayor dificultad, piensa, será lograr un permiso de salida de los nazis.
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