XIII

21/09/2010 483 Palabras

Recibimos en el rostro el aliento del viento nocturno,como él de una bestia maligna al acecho,y esperando el golpe de su garra caminaremos cerrazonesde andrajos de niebla, hasta llegar a la callede arrabal extremo, donde la muerte tiene su tendajón.Bacco Ernesta, non donna di mal affare. Vinodel ponte delle Guglie y alquila cuartuchospara escuchar cilindros tocados muy lentamentecon temblorosos dedos de tiempos y de recuerdos.En todas partes habrá retratos, ramos de flores de papel,pesado olor de cocina, vaho remoto de canalveneciano, y nos extenderán, por el mismo precio,hilachos de estera justo junto a la cama.Escalera arriba —tres gruesas de escalones—,supimos que encontraríamos la puerta y la frialdadde aquellos desvanes cerrados al aire y a la luz,en los que arrinconaron, quizá para siempre jamás,clavos y listones, alambres, un amor bien fatigadode amo triste y criada de limpieza general veraniega,una muleta, disfraces de carnaval infantilcon bailes de premio seguro,...

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