XI. Esperanzas Fallidas
Introducción BARBERINI era de familia industrial noble y había compuesto un poema en latín en honor de Galileo. Era miembro de la Academia Lincei y se consideraba a sí mismo filósofo; recién nombrado papa, había preguntado al príncipe Cesi con gran interés si Galileo vendría pronto también a verle, y en la visita que éste le hizo, para felicitarle por su elección en 1624, fue tan bien recibido por el papa que su optimismo parecía justificado por los favores y honores privados que le concedió. El papa le recibió en seis largas audiencias privadas en el transcurso de dos meses, escribió una carta entusiástica al gran duque elogiando al astrónomo, no sólo por su sorprendente erudición, sino también, por su piedad ejemplar, y concedió una pensión a su hijo Vicente, que luego le fue transferida a él y le siguió siendo pagada, con alguna irregularidad, hasta su muerte. Pero, por lo que se refiere al decreto de 1616, cuya revocación Galileo había esperado conseguir en esta visita a Roma, el papa se mostró inexorable.
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