Weinerblut
I La terminal olía a mercado.Algunos campesinos con sombreros de palma y sarapes se acurrucaban en una banca, siluetas confusas y casi idénticas en la sucia luz fluorescente. Estela vio a su tío un momento después de abandonar el andén. No lo recordaba ni tenía de él una idea precisa, pero lo reconoció. Estaba parado cerca de la salida, gordo, muy tieso, con traje marrón y corbata a rayas. Leves movimientos irritados, la manera como volteaba a un lado y a otro, denotaban su impaciencia y el disgusto que el lugar le producía. Vio a Estela y detuvo la mirada. Ella aspiró hondo, estiró los labios y avanzó, sus tacones repiqueteando contra el mosaico. El tío la escudriñó sin responder la sonrisa, al parecer sin notarla.
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