Viaje del Parnaso: 26
Capítulo V Pág. 26 de 47 Viaje del Parnaso Miguel de Cervantes Oyo el señor del humido tridente las plegarias de Apolo, y escucholas con alma tierna y coraçon clemente. Hizo de ojo y dio del pie a las olas, y, sin que lo entendiessen los poetas, en un punto hasta el cielo levantolas. Y el, por ocultas vias y secretas, se agaçapo debaxo del navio, y usó con el de sus traydoras tretas. Hirio con el tridente en lo vazio del buco, y el estomago le llena de un copioso corriente amargo rio. Advertido el peligro, al aire suena una confusa voz, la cual resulta de otras mil que el temor forma y la pena. Poco a poco el baxel pobre se oculta en las entrañas del ceruleo y cano vientre, que tantas animas sepulta. Suben los llantos por el aire vano de aquellos miserables, que suspiran por ver su...
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