Viaje al centro de la Tierra: Capítulo 10
Viaje al centro de la Tierra Capítulo 10 de Julio Verne La mesa estaba servida, y el profesor Lidenbrook, cuyo estómago parecía un abismo sin fondo, efecto de la dieta que a bordo había sufrido, devoró con avidez. La comida, más danesa que islandesa, nada tuvo de notable; pero nuestro anfitrión, más islandés que danés, me hizo recordar a los héroes de la antigua hospitalidad. Sin género alguno de duda, nos encontrábamos en su casa con más libertad y confianza que él mismo. Se conversó en islandés, intercalando mi tío algunas palabras en alemán y el señor Fridriksson otras en latín, para evitar que yo me quedase por completo en ayunas de lo que decían. Hablaron de cuestiones científicas, como era natural tratándose de dos sabios; pero el profesor Lidenbrock guardó la más escrupulosa reserva, y sus ojos a cada frase me recordaban mantener el más absoluto silencio en todo lo relativo a nuestros futuros proyectos. De repente, interrogó el señor...
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