VI. Políticos y científicos
La curiosidad de las SS Gesto de contenido entusiasmo de W. von Braun en el momento del despegue del cohete Saturno I, portador del satélite Pegaso, en 1967. Jefes de las SS o miembros encumbrados del partido nacional-socialista hicieron numerosas tentativas para tratar de hacerse con el manejo de la construcción de los cohetes. Uno de los que desplegó mayor actividad en ese sentido fue el general de las SS Kammler, quien, por instrucciones directas de Himmler citó a Von Braun a una entrevista a realizarse en el cuartel general de Himmler. Esto sucedía en la primavera de 1944. Relata así Von Braun este encuentro: «Espero que usted ya tenga bien en claro que su V-2 no es en ninguna forma un juguete, me dijo Himmler, y que todo el pueblo alemán espera con impaciencia el arma secreta, y puedo imaginarme las luchas que habrá sostenido con la burocracia militar para conseguir apoyo a sus trabajos. ¿Por qué no ingresa en mi Estado Mayor? Usted sabe bien que nadie tiene como yo tan directo acceso al Führer. Le garantizo todos los recursos que le hagan falta. Mi comandante, respondí, no podría encontrar mejor jefe que el general Dornberger. Las dificultades con las cuales debemos luchar, son los problemas técnicos y no la burocracia. Con la V-2 se debe proceder como con un rosal. Para que florezca, necesita sol, el abono necesario y el cuidado constante y amoroso de un jardinero. Tratar de adelantar etapas en este proceso natural podría significar que el rosal se secara». Himmler recibió con un esbozo de sonrisa esta poética disertación y poco más tarde, deseándole mucho éxito, le despidió. Von Braun volvió a Peenemünde, sin pensar que Himmler tenía sus métodos personales para convencer a la gente. En la madrugada del 15 de marzo de 1944, sonó el teléfono que estaba en la mesa de luz del general Dornberger en su cuartel general. Al otro extremo de la línea se encontraba el general de infantería que era su inmediato superior y que le llamaba desde el cuartel general de Berchtesgaden, convocándole a una reunión de urgencia. Con la prisa imaginable Dornberger se dirigió hacia Berlín y se presentó ante el general que le comunicó una desconcertante noticia: «Hoy por la mañana, a las 8 horas, fueron detenidos el profesor Von Braun y los ingenieros Klaus Rieldel y Helmut Groöttrup, acusados de sabotear el proyecto del cohete V-2». Dornberg no podía creer lo que estaba oyendo, y se negaba a admitir que su mejor hombre, precisamente, Von Braun, con el cual había trabajado más de diez años y a quien había aprendido a conocer mejor que ningún otro de sus colaboradores y que había puesto toda su voluntad y enorme capacidad de trabajo para lograr el éxito de la V-2, fuera acusado precisamente de sabotaje. Increíble. Y con él, Klaus Riedel y Helmut Gröttrup, dos científicos más allá de toda sospecha. Dornberger preguntó: «¿Cuál es la acusación precisa que pesa sobre ellos?». «Eso se lo hará saber mañana el general en persona.» Después de una noche en vela, a la mañana siguiente fue recibido por el general Keitel, en su cuarto de trabajo. «¿Sabe usted que Von Braun, Tuedel y Gröttrup han sido detenidos por la gestapo?» Dornberger permanecía callado, mientras el general agregaba: «Las acusaciones son tan graves, que les puede costar la cabeza a estos señores. Lo que no entiendo es cómo usted no tenía conocimiento de ello». Dornberger replicó de inmediato: «Mi general, aunque no se cuál es la acusación que se les imputa, respondo con mi vida de la inocencia de mis colaboradores». Keitel se conmovió, «¿responde usted por estos hombres con su cabeza? ¡Qué rápido es usted para comprometerse!»«¿Sabe usted que la acusación es que estos señores no pusieron todo su empeño en transformar los cohetes en un arma. Que sólo se preocuparon, utilizando dineros y esfuerzos del Estado, en desarrollar su programa encaminado a conquistar el espacio?».
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