Un lugar limpio y bien iluminado
Era tarde y todos habían dejado el café excepto un anciano sentado a la sombra que las hojas del árbol hacían con la luz eléctrica. De día la calle era polvosa, pero en la noche el rocío abatía el polvo y el anciano gustaba de sentarse hasta tarde porque era sordo y ahora de noche todo estaba tranquilo y él sentía la diferencia. Los dos meseros en el interior del café sabían que el anciano estaba un poco bebido, y aunque era un buen cliente sabían que de beber demasiado se iría sin pagar y lo vigilaban. —La semana pasada intentó suicidarse —dijo uno de los meseros. —¿Por qué? —Estaba desesperado. —¿A causa de qué? —De nada. —¿Cómo lo sabes? —Tiene mucho dinero. Estaban sentados a una mesa próxima a la pared cercana a la puerta del café y miraban la terraza con las mesas vacías excepto por aquélla donde el anciano estaba sentado a la sombra de las hojas del árbol que se movían ligeramente con el viento. Por la calle pasaron una chica y un...
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