Tristana: 24
Capítulo XXIV 24 Pág. 24 de 29 Tristana Benito Pérez Galdós «¡Ay, todavía me duele!» -fueron las primeras palabras que pronunció al volver del tenebroso abismo. Y después, su fisonomía pálida y descompuesta revelaba como un profundo análisis autopersonal, algo semejante a la intensísima fuerza de observación que los aprensivos dirigen sobre sus propios órganos, auscultando su respiración y el correr de la sangre, palpando mentalmente sus músculos y acechando el vibrar de sus nervios. Sin duda la pobre niña concentraba todas las fuerzas de su mente en aquel vacío de su extremidad inferior, para reponer el miembro perdido, y conseguía restaurarlo tal como fue antes de la enfermedad, sano, vigoroso y ágil. Sin gran esfuerzo imaginaba que tenía sus dos piernas, y que andaba con ellas garbosamente, con aquel pasito ligero que la llevaba en un periquete al estudio de Horacio. -¿Qué tal mi niña? -le preguntó D. Lope haciéndole caricias. Y ella,...
Está viendo el 7% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas