Rojo y negro: Capítulo LXIII
Rojo y negro de Stendhal El infierno de la debilidad Al tallar este brillante, un lapidario poco hábil lo ha privado de sus luces más bellas. En la Edad Media... ¿qué estoy diciendo? Hasta en tiempo de Richelieu poseían los franceses la fuerza de querer. MIRABEAU Julián encontró furioso al marqués. Por primera vez en su vida, aquel gran señor, tan fino, tan irreprochable, perdió, como suele decirse, los estribos, habló con términos groseros, disparó sobre Julián todas las atrocidades que se le vinieron a la boca. Sus injurias desconcertaron a nuestro héroe, le impacientaron, mas sin llegar a quebrantar su reconocimiento. -¡Pobre señor!- pensaba Julián-. ¡Qué de hermosos proyectos, largos años acariciados, ve desvanecidos, por culpa mía, en este instante! Comprendió nuestro amigo que debía responder al marqués, que su silencio encendería más y más su cólera, y buscó en el papel de Tartufo la inspiración de su respuesta. -¡No soy un ángel,...
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