Poema:Tras los dones primitivos
Tras los dones primitivos que, en el fervor de su celo, ofreció la iglesia al cielo, a sus edificios vivos dio nuevas piedras el suelo; estos dones agradece a su esposa y la ennoblece, pues, de parte del esposo, un Hiacinto, el más precioso, el cielo a la iglesia ofrece. Porque el hombre de su gracia tantas veces se retira, y el Jacinto, al que le mira, es tan grande su eficacia que le sosiega la ira, su misma piedad lo inclina a darlo por medicina, que, en su jüicio profundo, ve que ha menester el mundo, hoy una piedra tan fina. Obró tanto esta virtud, viviendo Jacinto en él, que, a los vivos rayos d'él, en una y otra salud se restituyó por él. Crezca gloriosa la mina que de su luz jacintina tiene el cielo y tierra llenos, pues no mereció estar menos que en la corona divina. Allá luce ante los ojos del mismo autor de su gloria, y acá en gloriosa memoria de los triunfos y despojos que sacó de la vitoria, pues si otra luz desfallece cuando el sol la suya ofrece, ¿qué...
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