Para ser un buen arriero: 7
Para ser un buen arriero... Tipos y paisajes de José María de Pereda Epílogo La última vez que yo vi a Blas estaba tumbado en la cama, que no tenía ya más que tres colchones. Las manchas rojas de su cara se habían vuelto cárdenas, y tenía la nariz lo mismo que un tomate podrido. Apenas abría los ojos y no podía mover las piernas, que eran dos postes por lo abultadas. Costóle mucho trabajo reconocerme, y a las palabras que le dirigí lamentándome de su estado, me replicó, con voz ronca y pausada, estas otras: -Yo me tengo la culpa de too lo que me pasa. Quise echámela de señor, sólo porque tenía rentas, y no hice caso de lo que tantas veces le oí al señor cura hablando del alcalde, que fachendeaba mucho: Para ser buen arriero, hay que ser hijo de rocín. Yo tengo mucho dinero; pero por no saber gastarlo he reventao con ello... y que no vale mentir. Paula se murió atracá de azúcara, y yo me voy a morir hinchao de vino blanco... ¡Permita Dios que a...
Está viendo el 41% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas