Narváez : 8
Narváez Capítulo VIII de Benito Pérez Galdós Pues Señor, escribí la carta conforme al deseo de mi mujer, y cuando bajamos y la dimos al interesado, Taracena, que a la sazón llegaba, vaticinó al viejo Ansúrez y a su hijo dichas y grandes medros por nuestra protección. «No han tenido poca suerte en caer acá -les dijo-, y en la coyuntura de hallar en Atienza a los señores Marqueses. Digan que les ha venido Dios a ver, porque de estas gangas caen pocas. -Ya lo sabemos, y yo doy gracias a Dios por esta bienandanza -replicó Ansúrez-; que después de tantas perrerías de la suerte, alguna vez habíamos de pelechar. Y la dicha será completa si Su Excelencia pone en la carta, a más de lo tocante a la hija, alguna buena exhortación para los señores que podrían colocarme. -Pepe, hijo mío -dijo mi madre-, puesto ya en eso del recomendar, escríbele a Sartorius, o al propio D. Ramón Narváez». A esto observó María Ignacia que si mi hermana tomaba bajo su santa...
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