Los deseos
Los deseos de Fernán Caballero Había un matrimonio anciano, que aunque pobre, toda su vida la había pasado muy bien trabajando y cuidando de su pequeña hacienda. Una noche de invierno estaban sentados marido y mujer a la lumbre de su tranquilo hogar en amor y compaña, y en lugar de dar gracias a Dios por el bien y la paz de que disfrutaban, estaban enumerando los bienes de mayor cuantía que lograban otros, y deseando gozarlos también. -¡Si yo en lugar de mi hacecilla -decía el viejo-, que es de mal terruño y no sirve sino para revolcadero, tuviese el rancho del tío Polainas! -¡Y si yo -añadía su mujer-, en lugar de esta, que está en pie porque no le han dado un empujón, tuviese la casa de nuestra vecina, que está en primera vida! -¡Si yo -proseguía el marido-, en lugar de la burra, que no puede ya ni con unas alforjas llenas de humo, tuviese el mulo del tío Polainas! -¡Si yo -añadió la mujer- pudiese matar un puerco de 200 libras como la vecina! Esa gente,...
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