Las inquietudes de Shanti Andía: 135
none Pág. 135 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro séptimo Pío Baroja Difícil era acostumbrarse a vivir allí, pero todo se consigue a fuerza de energía y de perseverancia. Estoy convencido de que los primeros días no enfermé por un esfuerzo extraordinario de la voluntad. Constantemente estaba febril, mi cabeza ardía; de noche no podía dormir y caía en un estado de abatimiento profundo. Al amanecer, a la hora de diana, me levantaba con las ropas húmedas y el pelo mojado; sentía dolores en todas las articulaciones y una gran postración. A pesar de esto, mi voluntad no cedía; yo la encontraba fuerte y tensa, dispuesta a cualquier esfuerzo. Tomé una poción de quina, y a los quince días había recobrado la salud. A los confinados en los pontones se les trataba corno a presidiarios. En caso de rebeldía se les mandaba azotar, se les ponían cadenas o se les llevaba al calabozo, el black hole (agujero negro), en don de se les tenía a pan y...
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