Las inquietudes de Shanti Andía: 118
none Pág. 118 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro quinto Pío Baroja Nos acercábamos a las puntas, y el atalayero, con la bocina, nos mandó detenernos. Yo le dije a Larragoyen que me parecía mejor seguir e intentar pasar la barra lo más pronto posible. Ir a guarecerse a Guetaria, con la gente cansada y anhelante, me parecía peligroso. Larragoyen nada dijo. El sostenerse allí era casi tan peligroso como pasar. Después de las tres olas fuertes, los golpes de mar de ordenanza, como las llaman los marinos, venía un momento de relativa calma. Este momento creía yo que se debía aprovechar para atravesar la barra; pero los hombres estaban rendidos. Yo empecé a ver la cosa mal; los hombres se encontraban jadeantes, demasiado cansados para hacer un esfuerzo verdadero y eficaz. Nuestra inquietud iba en aumento; la moral de nuestros remeros desfallecía. A mí me sostenía la idea de la responsabilidad. Desde donde estábamos, a veces, se oían las...
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