Las inquietudes de Shanti Andía: 116
Capítulo VI - La tempestad 116 Pág. 116 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro qinto Pío Baroja Unos días después, una mañana de octubre, me desperté con el ruido furioso del viento. «Hoy debe de estar el mar digno de verse», me dije a mí mismo, y aunque todavía no había aclarado, me vestí, me puse el impermeable y me eché a la calle. Amanecía una mañana imponente, con un temporal deshecho. El viento mugía en las calles. Las mujeres y chicos de los pescadores que habían salido al mar estaban en el rompeolas y en el muelle contemplando el horizonte en actitud de trágica desesperación. Recorrí el muelle luchando con las ráfagas de aire y subí al cobertizo del atalayero en el rompeolas. El viejo, con su gorra calada hasta las orejas, envuelto en el sudeste, se asomaba a una de las ventanas de la atalaya. Tenía la bocina en una mano y el anteojo en la otra. No estaba contento; preveía una catástrofe. -Estos pescadores son unos brutos...
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