Las inquietudes de Shanti Andía: 113
Capítulo IV - Ardides de guerra 113 Pág. 113 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro qinto Pío Baroja Al ver a Machín de nuevo, comprendí que se había declarado entre los dos una guerra a muerte. Él, con su dinero y su influencia, podía hacerme mucho daño; yo tenía de mi parte a casi todos los pescadores y marineros, dispuestos a defenderme. No era fácil que mi enemigo me cogiese desprevenido como la, otra vez; contaba con una policía espontánea que vigilaba mis pasos. Mi madre estaba deseando que me casara cuanto antes, pero había que pedir dispensa por razón de parentesco; en la partida de bautismo de Mary aparecía como hija legítima de Juan de Aguirre y Lazcano. Un día, al volver a casa, me encontré con que habían dejado un bulto para mí. Era una caja de unos veinte centímetros en cuadro, muy empaquetada y llena de sellos de lacre. -¿Qué es eso? -me dijo mi madre. -No sé. -¿Has pedido algo? -Yo, no. -Pero ¿esperas alguna...
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