Las inquietudes de Shanti Andía: 108
none Pág. 108 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro quinto Pío Baroja -Ten cuidado -añadían-. Machín tiene malas entrañas. Me parecía una amenaza ridícula. Era verdad que, al toparse conmigo, me miraba de través; pero no pasaba de ahí. Machín, apenas estaba en Lúzaro; tenía un magnífico pailebot de recreo, bastante grande, muy fino, hecho en Inglaterra, y se marchaba a pasear por el mar. El primer domingo que pasé en Lúzaro fue uno de los días más felices de mi vida. Todo el día y toda la tarde estuve en compañía de Mary. Por la tarde, después de comer, cuando fui a casa de Recalde a buscar a mi novia, me encontré con Genoveva. Le pregunté por su padre, el gran Urbistondo, y por toda la chiquillería y, aunque ella se oponía y se ruborizaba, la abracé efusivamente. A Mary no le hizo mucha gracia el abrazo que di a su amiga, pero se le pasó pronto el enfado. -¿Qué le pasa a Quenoveva? -le dije a Mary-. La encuentro más pálida y...
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