Las inquietudes de Shanti Andía: 103
none Pág. 103 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro cuarto Pío Baroja Después de recibir encima del cuerpo chubascos y más chubascos que nos empaparon hasta los huesos, dimos vista a Lanzarote. Se revelaba la isla como un nubarrón sobre el mar. Nos acercamos llenos de esperanzas, cuando un demonio de cuttervelero nos dio el alto disparándonos un cañonazo. Era imposible resistir. El capitán mandó atar un pañuelo blanco en un remo, en señal de que nos rendíamos. No sabíamos si este cutter estaba avisado por el otro buque que nos había dado caza anteriormente, pero pronto no nos cupo duda al ver al crucero grande acercarse a nosotros. La serenidad del capitán no se desmintió en aquel instante. A medida que avanzábamos hacia los dos barcos ingleses, fue diciéndonos lo que nos convenía declarar y lo que teníamos que ocultar en beneficio común. Además, nos explicó lo que cada uno podía alegar en su propia defensa. El negocio de los chinos lo...
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