Las inquietudes de Shanti Andía: 095
none Pág. 095 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro cuarto Pío Baroja Comenzó a llegar la luz del alba. Debajo de la toldilla hacía un calor horrible; al amanecer la abrimos para ventilarla un poco. No nos vigilaba nadie. Como no se sentía ningún movimiento en la cubierta, salimos Arraitz y yo para darnos cuenta de lo que pasaba. Tristán el piloto no quería que entabláramos combate, pues aunque hubiéramos vencido al último, estando armados como estábamos y ellos no, hubiese sido a costa de mucha gente. Avanzamos Arraitz y yo; todo el mundo dormía, y el barco navegaba a la ventura. A pesar de esto, Nissen no había abandonado el timón. Nos extrañó tanto silencio. Luego supimos que el cocinero había llenado cuatro barricas a medias de agua y de ron, y habían bebido todos los marineros y chinos hasta quedar borrachos. En vista de que nadie nos espiaba, creímos que se podía hacer un intento de buscar agua, y se lo dijimos al teniente. Vaciamos...
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