Las inquietudes de Shanti Andía: 092
none Pág. 092 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro cuarto Pío Baroja Después de aguardar cerca de un mes, no pudimos embarcar más que quince o veinte negros, otras tantas negras y unos cuantos chiquillos. Era una miseria. El capitán estaba desesperado, la tripulación se revolvía furiosa; el único indiferente era el nuevo piloto, a quien no importaba sin duda la ganancia gran cosa. Con un cargamento tan ligero subimos hacia el norte con los alisios, teniendo que echar varias veces algunos negros al mar para regalo de los tiburones, y, al pasar cerca de la isla de la Ascensión, estuvimos a pique de ser cazados por un crucero inglés. Los viajes de El Dragón tomaban un nuevo aspecto. Según algunos marineros, el doctor Cornelius había echado la maldición al barco. Llegamos al Brasil, dejamos la carroña que llevábamos y volvimos al África. Los mercados estaban vacíos. Ni mandingos, ni congoleses, ni uolofs, ni bantúes, ni lucumíes se encontraban...
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