Las inquietudes de Shanti Andía: 083
none Pág. 083 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro cuarto Pío Baroja Usted sabe muy bien, mi oficial, que el hombre que manda durante mucho tiempo un barco de vela llega a mirarle como una cosa viva; el Viejo así lo creía, y hablaba con su Dragón más que con su gente. Consideraba a su corbeta como si fuera su mujer, su novia o su querida. La única distracción de Zaldumbide era jugar con Mari Zancos, una mona que le había regalado un capitán español. Zaldumbide era avaro como pocos; tenía dos o tres maletas con aros de hierro y cofres de latón, que, según se decía, estaban llenos de preciosidades. Zaldumbide era vascofrancés, y me designó para formar parte de su guardia negra. Aquí -me dijo el primer día- el que cumple vive bien. Ahora, el que no cumple puede encomendarse a san Chicote. Yo, al principio, no andaba apenas por el barco. Nunca iba a la proa. Mis dominios eran desde la toldilla hasta el palo de popa. La cámara del capitán y la...
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