Las inquietudes de Shanti Andía: 076
none Pág. 076 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro tercero Pío Baroja Ella puso entre la mía su mano pequeña y callosa, y comenzamos a subir el Izarra. Íbamos escalando el monte, de prisa, huyendo del agua. Llovía cada vez más fuerte, cuando llegamos cerca de la cueva de la Egan-suguia. -Entremos aquí -dijo Mary, que, después de las lágrimas, había quedado sonriente y de buen humor. Ahí, mi querida Mary -le dije yo-, hay, según dicen, una gran serpiente con alas, con garras de buitre y cara de mujer, que se llama Egan-suguia. -¿Y qué hace? -Envenena con el aliento y se come a los chicos. -¿Quién la ha visto? -Creo que nadie la ha visto. -¿Y usted la tiene miedo? -Yo, no. -Pues vamos a entrar en su casa. -Vamos. Entramos en la cueva. No estaba, como en mi tiempo, llena de malezas, sino completamente limpia; en el fondo había una cama de paja, de algún pastor. -¿Dónde estás, Egan-suguia? -dijo Mary-. Ven, que queremos hablarte y darte las...
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