Las inquietudes de Shanti Andía: 042
none Pág. 042 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro segundo Pío Baroja Dolorcitas sonreía al verme turbado. Veía que sufría y se alegraba. Era la crueldad natural de la mujer. Luego, más tarde, no se contentaba con el placer de confundirme, sino que le gustaba darme celos. Yo estaba enamorado. ¿Enamorado? Realmente no sé si estaba enamorado, pero sí que pensaba en Dolorcitas a todas horas, con una mezcla de angustia y de cólera. Si ella hubiese hablado un día con un joven y otro día con otro sin hacer caso de mí, quizá no me hubiera hecho efecto; pero veía que sus coqueterías me las dedicaba expresamente con intención de mortificarme, y esto me sublevaba. En general, el amor es eso, sobre todo en las personas muy jóvenes, que no tienen preocupaciones espirituales; un instinto más cercano a la crueldad y al odio que al afecto tranquilo. A veces, huyendo de la coquetería y de los desdenes mortificantes de Dolorcitas, pretextaba una...
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