Las inquietudes de Shanti Andía: 010
none Pág. 010 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro primero Pío Baroja Lo que más me chocaba y admiraba de toda la sala era una pareja de chinitos, metidos cada uno en un fanal, que movían la cabeza. Tenían caras de porcelana muy expresivas y estaban muy elegantes y peripuestos. El chinito, con su bigote negro afilado y sus ojos torcidos, llevaba en la mano un huevo de avestruz, pintado de rojo; la chinita vestía una túnica azul y tenía un abanico en la mano. Al movimiento de las pisadas en el suelo, los dos chinitos comenzaban a saludar amablemente, y parecían rivalizar en zalamerías. Cuando nos dejaban entrar en la sala, me pasaba el tiempo mirándolos y diciendo: Abuelita, ahora dicen que sí, ahora que no. Ahora sí, ahora no. Mi abuela poseía también un loro, Paquito, que dominaba el diálogo y el monólogo. Se le preguntaba: Lorito, ¿eres casado? Y él contestaba: Y en Veracruz velado A ja jai, ¡qué regalo! Su monólogo constante era...
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