«No tanto la clara fuente...»
No tanto la clara fuente desea ciervo herido, como yo, vuestro rendido, estaros siempre presente. Al grande y dulce reposo do está mi contentamiento, por otra puente no siento hallar otro paso, ni oso. Tarde me llega aquel día, para mí tan deseado, muy caramente comprado con dolor y pena mía. Pero al fin, tarde o temprano, que ha de venir estoy cierto, si muerte el camino abierto no lo cierra con su mano. No puedo ser de esperanza por ningún caso lanzado, porque, señora, os he amado según bienaventuranza. Y de vos favorescido contra mí cosa no siento, si vuestro consentimiento me otorga lo que le pido. De grandes dolores siento un monte delante puesto, de mil estorbos que opuesto se han a mi contentamiento. De mí preguntaros nueva, señora, tengo temor, dudando que no hay amor para mí puesta a la prueba. Y de no sabello temo vivir en mayor tormento y estos dos males que siento por cualquier lado me quemo. No está a vos el contentaros de cumplir lo que yo pido, si...
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