La voz

14/09/2010 1.614 Palabras

Lloro con una fluidez más triste y conmovedora que el ala de los muertos, tangente del acero, el solitario y lamentable acero de las campanas. “Oh Necesario, regresa a nosotros, insondable: Todas mis fibras plañen, todas las fibras de mi reino plañen y se lamentan, inconsolables por tu ausencia. Esposa, inconteniblemente con la vehemencia de la onda rápida, desplázate en el sol. De espaldas, de frente o más bien ligera, oblicuamente, vuelve, vuelve tú a nosotros, en las cuatro fulgurantes estaciones de los elementos. Que el imponderable soplo de tu alma franquee los áridos muros de la distancia: Que él recorra como una cabellera en sosiego, las inmarcesibles rutas en la arena ardiente de mi espíritu. Tengo prisa de tu presencia, acude. Mi palabra te guiará en la aventura del sueño, La palabra con su sombra vaporosa, La palabra que se escucha en el equilibrio y en la unción de la savia azul y dorada que orilla los canales de la hojarasca. El seno hinchado de amor y de...

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