La Divina Comedia: El Purgatorio: Canto III
La Divina Comedia El Purgatorio: Canto III de Dante Alighieri Entonces cuando la súbita fuga los dispersó por la campiña hacia el monte a donde la razón los lleva, yo me acogí al confiable compañero: ¿y cómo estaría yo sin su concurso? ¿quién me habría hecho subir la montaña? Me pareció consigo mismo atrito; ¡oh digna conciencia y clara, cómo breve falta te es compunción amarga! Cuando sus pies abandonaron la prisa, que de todo acto la honestidad empaña, mi mente, que reducida estaba, el designio dilató, aguijoneada, y volví mi rostro a la colina que al más alto cielo sobre las aguas se exalta. El Sol, que detrás flameaba rojo, lanzaba adelante mi figura, porque en mí hallaban sus rayos apoyo. A mi lado volvíme con pavor de ser abandonado, al ver sólo de mí delante la tierra oscura; y mi sostén: ¿Porqué desconfías? comenzó a decirme muy alterado; ¿no crees que estoy contigo y soy tu guía? Allá es de tarde donde sepulto está el cuerpo...
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