La de los tristes destinos : 02
La de los tristes destinos Capítulo II de Benito Pérez Galdós «A casa, a casa -dijo la Generosa cogiendo del brazo a su hermana y llevándosela calle abajo, rodeada de los amigos-. Yo no quería venir, bien lo sabes... Nos habríamos ahorrado esta sofoquina». Y la Jumos, con austera suficiencia, soltó la opinión contraria. «Debemos verlo todo, digo yo. Así se templa una y se carga de coraje». Después proclamó resueltamente la doctrina de Zenón el Estoico, asegurando que el dolor no es cosa mala. Volviose Rafaela de súbito hacia los que la seguían, que era considerable grupo, y alzando las manos convulsas sobre las cabezas circunstantes, gritó: «¡Viva Prim!... ¡Muera la...!». Su hermana y Gamoneda acudieron a taparle la boca, cortando en flor la exclamación irreverente. Ambas Zorreras y su séquito continuaron rezongando, y al pasar frente a la Cibeles, se les unió un sujeto que por su facha y modos se revelaba como del honorable cuerpo de la policía...
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