La corona de fuego: 24

25/03/2011 4.600 Palabras

La corona de fuego o los subterráneos de las torres de Altamira de José Pastor de la Roca Capítulo VII - La gruta encantada Entrad, entrad conmigo A ese oriental portento, Donde el hado enemigo, Bajo nubes de horror y fingimiento, Hacerme quiere de su ardid testigo. Aquella puerta abrióse como a impulso de un golpe mágico, y giró sobre sus goznes con un crujido armonioso y tenue. Los exploradores, si así los llamamos, entraron a un vestíbulo espléndidamente tapizado, y cuyas paredes pulimentadas reflejaban la luz opaca a veces, otras vívida y radiante, y cuyos rayos, procedentes de un punto desconocido, resbalaban en la bóveda, vacilando informes y fugitivos. De allí pasaron a un retrete ricamente alfombrado, colgadas las paredes de tapices pérsicos, y de cuya techumbre, de cedro ensamblado, pendían, en cadenas de cristal tallado, enormes lámparas de amatista y pórfido. Muelles, cojines de, terciopelo, divanes de seda, y brocado, bajo profusas cortinas amarillas...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info