Jarrapellejos: 14
Capítulo XIV 14 Pág. 14 de 18 Jarrapellejos Felipe Trigo El Curdin, constituido esta noche en la taberna-oficina del Gato, estuvo hasta la una animadísimo. Mucho vino y aguardiente («¡No abuses, burro!», hubo de advertirle con frecuencia Exoristo a Saturnino), chorizo picante de macho y juerga y rasgueado de guitarreo, aunque faltaron las dos niñas nuevas de casa de la Pelos, cordobesas, que el Gato prometió. Con sus zapatillas, y a última hora procedente paternal y silencioso del casino, don Macario Lanzagorta había saboreado su séptimo café del día y su copita de cazalla. Recién vuelto de Sobrón, habló de haber leído las cuatro líneas en que El Imparcial resumió toda la telegráfica información del viaje del ministro; y, luego, a propósito del viaje y de la evocación del balneario, charló de Dato, de la Pardo Bazán y del Bombita, sus ilustres amistades veraniegas. Esto había interrumpido el cante y la guitarra, echando un poco de gravedad...
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