Ivanhoe: Capítulo V
Ivanhoe de Walter Scott «Un judío tiene ojos, manos y los mismos órganos, sentidos, afectos y pasiones que otro mortal cualquiera. ¿Qué diferencia hay entre él y uno de nosotros? ¿No le hieren las mismas armas? ¿No está sujeto a las mismas enfermedades? ¿No le sanan los mismos remedios?….» SHAKESPEARE: El mercader de Venecia. Oswaldo tardó poco en volver, y acercándose a Cedric, le dijo al oído: - Es un judío llamado Isaac de York. ¿Le hago entrar en esta sala? - Encarga a Gurth que desempeñe tus funciones -contestó Wamba con su ordinario atrevimiento-. Un guardián de puercos es el introductor más a propósito para un hebreo. - ¿Un perro judío -exclamó el templario- ha de aproximarse a un defensor del Santo Sepulcro? - Sabed, mis nobles huéspedes -dijo Cedric- , que mi hospitalidad no debe regirse por vuestras antipatías. Si el Cielo ha soportado una nación entera de infieles obstinados durante tan dilatado número de años, ¿no podremos nosotros...
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