Ismael : 36
Ismael : 36 de Eduardo Acevedo Díaz Sinforosa no perdió por eso el ánimo. La fiera amazona no podía arredrarse ante un fenómeno natural como el que sentía operarse en sus entrañas de indígena bravía. Arrojose sin ayuda del caballo, en un trecho de verde y abundante gramilla, casi encima del borde del arroyo, al reparo de los arrayanes en grupo; levantose la pollera corta, hasta enseñar por encima de las rodillas dos piernas fornidas, algo cambadas, color de cobre; echose en las yerbas dando una especie de rugido, ahogado por la energía indómita, y sacudió los brazos bajo su cabeza cubierta de greñas, con las manos bien abiertas y temblantes, buscando dónde cogerse. La acometía un dolor agudo en las caderas. Al fin, sus dedos tropezaron con un tronco de arrayán, y se afirmaron en él como dos tenazas. El cuerpo de Sinforosa se agitaba y encogía a uno y otro lado en contorsiones violentas:...
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