II. Los Indicios Comienzan en Creta

Introducción

HACER la biografía de alguien como el Greco resulta tarea ardua. No deja de sorprender que la vida de un hombre que dejó tantos testimonios de su presencia en la historia del arte, esté envuelta en una espesa oscuridad de incertidumbre y datos aproximados, que costosamente permiten reconstruir su existencia doméstica; como si el pintor hubiera querido desentenderse de legarnos los perfiles cotidianos de su vida, para trascender exclusivamente en la inmortalidad de sus cuadros. De todos modos, éstos, por su cantidad y por la expresividad de su composición, parecen haber traicionado los propósitos del Greco al revelarnos con increíble precisión el carácter, la psicología, los sentimientos y las pasiones que animaron a su autor.

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