Huellas: 37
Huellas literarias A través de París de Luis Bonafoux -¿Tiene usted bastante con medio litro? -Sí; y ahora voy a hacer fuegos artificiales. Y la señora Schloegel salió de la tienda de ultramarinos con una botella de petróleo. La señora Schloegel es una mujer de pelo en pecho -insolente, atrabiliaria, brutal- todo lo contrario de su marido, que era un bendito, «carne de cañón» (en el cual hacía presa todos los días la irascible compañera); tan papanatas de suyo, que hizo a su madre esta confesión: «Anoche quiso matarme mi mujer. La sorprendí en el momento de incendiarme la cama. La he perdonado, porque me ha dicho que no lo volverá a hacer.» Segura de que no había de pasarle nada, la mujer Schloegel era una hiena que se cebaba en el despojo de un marido que no tenía voluntad propia. Acababan de comer, y, como de costumbre, la señora Schloegel propinó a su esposo el consabido postre de insultos y arañazos. El buen hombre resolvió acallar la tempestad...
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