Grito de gloria : 15
Grito de gloria : 15 de Eduardo Acevedo Díaz El hueco de la Cruz, hacia el mediodía, era un sitio despejado a cuyos flancos culebreaban tortuosas callejuelas orilladas de edificios bajos, chatos, de teja y ventanillos de verjas salientes, -especie de plaza alumbrada a candil por la noche, y de día, centro escogido de los vehículos de carga; por manera que desde la carreta al carromato y del carretón al carretoncillo, y desde el carricoche al último carrocín la industria de trasportes vivía allí, y en el hueco hacían parada sus conductores al habla el «picador» con el carrocero sobre todos los asuntos del día, los militares en primera línea, como si fuesen temas de su exclusiva competencia y ellos constituyeran algo como una democracia del ágora. Acudían también al hueco las negras con sus pasteles y los pescadores con sus palancas, cuando ya no quedaban sino rezagos de la factura o de la pesca, para...
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