En la sangre:XVII
En la sangre - Capítulo XVII de Eugenio Cambaceres La acción incesante y paulatina del tiempo, la verdad, la realidad palpada de día en día, de hora en hora, lentamente habían ejercitado su ineludible influencia sobre el ánimo de Genaro familiarizado más y más, avezado, hecho por fin a la idea de eso que a sus ojos había alcanzado a tener la brutal elocuencia de los hechos: su falta de aptitudes y de medios, la ausencia en él de toda fuerza intelectual. Y un desaliento, una indiferencia profunda, completa, llegó a invadirlo, un sentimiento de fría conformidad que, más que la resignación del vencido, era la indolencia del cínico. Tiró los libros, dejó, cortó su carrera en derecho. ¿Para qué, si no podía, qué le era dado esperar en el mejor de los casos, en el supuesto de que a trueque de seguir llevando una vida de bestia de carga y merced sólo a la indulgencia de sus maestros, le fuese en fin otorgado su diploma? ¡Defender pleitos de pobres, ganar apenas...
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