El viernes santo
El viernes santo de Pedro Antonio de Alarcón Solo, negado, escarnecido, muerto, enclavado en la Cruz, ¡oh Jesús mío! la frente inclinas sobre el mundo impío, en la cumbre del Gólgota desierto. Ebrio, entre tanto, y de baldón cubierto, el mortal, en su infame desvarío, adora una beldad de aliento frío, pálida y mustia cual cadáver yerto. ¡Perdónalo, Señor! Que si en tal hora la majestad de tu dolor ultraja e ingrato y loco tu pasión olvida, su espíritu inmortal se agita y llora por sacudir del cuerpo la mortaja... y vive en él como enterrado en vida! Sonetos de Pedro Antonio de Alarcón A Carmen, al piano - A Pompeya - A Ronconi - A San Ramón Non Nato - A la bandera del batallón de Ciudad Rodrigo - A mis hijas en sus días - A... (Alarcón) - Adiós al vino - Al vino «Abolengo» de las bodegas de Misa...
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