El tulipán negro: Capítulo XXVII
El tulipán negro Capítulo XXVII: El tercer bulbo de Alejandro Dumas Apenas se había anunciado el retorno de Boxtel cuando éste entró en persona en el salón de Van Systens, seguido de dos hombres que llevaban en una caja el precioso fardo, que fue depositado sobre una mesa. El príncipe, prevenido, abandonó el despacho, pasó al salón, lo admiró y se calló, y regresó silenciosamente para ocupar su lugar en el rincón oscuro donde él mismo había colocado su sillón. Rosa, palpitante, pálida, llena de terror, esperaba a que se la invitara a ir a ver a su vez. Oyó la voz de Boxtel. -Es él -exclamó. El príncipe le hizo señas para que fuese a mirar al salón por la puerta entreabierta. -Es mi tulipán -dijo Rosa-, es él, lo reconozco. ¡Oh, mi pobre Cornelius! Y se deshizo en lágrimas. El príncipe se levantó, dirigiéndose pausadamente hacia la puerta, donde permaneció un instante en la luz. La mirada de Rosa se detuvo en él. Más que nunca estaba segura de...
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