El tulipán negro: Capítulo XXII
El tulipán negro Capítulo XXII: La floración de Alejandro Dumas La noche transcurrió muy lenta y al mismo tiempo muy agitada para Cornelius. A cada instante le parecía que la dulce voz de Rosa lo llamaba: se despertaba sobresaltado, iba a la puerta, acercaba su rostro al postigo; no había nada en el postigo, el corredor estaba vacío. Sin duda, Rosa velaba por su parte, pero más afortunada que él, velaba al tulipán. Tenía allí, bajo sus ojos, a la noble flor, esta maravilla de las maravillas, no solamente todavía desconocida, sino creída imposible. ¿Qué diría el mundo cuando supiera que se había logrado el tulipán negro, que existía, y que era Cornelius van Baerle, el prisionero, quien lo había logrado? ¡Cómo Cornelius hubiera arrojado lejos de sí al hombre que hubiese venido a proponerle la libertad a cambio de su tulipán! El día llegó sin noticias. El tulipán no había florecido todavía. La jornada transcurrió como la noche. La noche vino y con...
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