El Señor de Bembibre:29
El Señor de Bembibre Capítulo XXIX de Enrique Gil y Carrasco El estruendo y trances diversos de esta guerra han apartado de nuestros ojos una persona, en cuya suerte tomarán nuestros lectores tal vez el mismo interés que entonces inspiraba a cuantos la conocían. Claro está que hablamos de doña Beatriz, a quien dejamos a la sombra del claustro de Villabuena sola con sus pesares y dolores, porque la compañía de su fiel Martina poco podía contribuir a sanar un corazón tan profundamente ulcerado. Los gérmenes de una enfermedad larga y temible habían comenzado, según dejamos dicho, a desenvolverse fuerte y rápidamente en aquel cuerpo, que si bien hermoso y robusto, mal podía sufrir los continuos embates de las pasiones que, como otras tantas ráfagas tempestuosas en el mar, sin cesar azotaban aquel espíritu a quien servía de morada. Las últimas amarguísimas escenas que habían precedido su segunda entrada en aquel puerto sosegado habían rasgado el velo con que la...
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