El saludo de las brujas: 10
El saludo de las brujas Primera parte - Capítulo IX de Emilia Pardo Bazán Miraya se insinúa Felipe tomó un coche para llegar a su casa sin dilación. Encerrose en el despacho-biblioteca, y apoyando los codos en la mesa escritorio, pensó, discurrió, redactó mentalmente una carta, la trasladó después al papel, y, descontento, pareciéndole que allí no se concentraba bien la médula de su intención, desgarró dos o tres borradores. Al fin sacó uno en limpio, y, cerrado el sobre, lo selló, hincando en el blanco lacre un precioso camafeo griego, engarzado en un mango de oro. Después llenó un petit bleu. Llamó y encargó a Adolfo el pronto despacho de ambas misivas, una que debía entregarse en propia mano, otra telegráfica. Como medio de entretener su impaciencia y rastrear algo del misterio en que se envolvían los sucesos más recientes, se le había ocurrido llamar a Sebastián Miraya. El hecho era innegable; a pesar de su repulsa, Miraya seguía considerándole...
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