El retrato de Dorian Gray : 5
El retrato de Dorian GrayCapítulo 5
de Oscar Wilde
-Qué feliz soy, madre! -susurró la muchacha, escondiendo el rostro en el regazo de la marchita mujer, de aspecto cansado, que, vuelta de espaldas a la luz demasiado estridente de la ventana, estaba sentada en el único sillón que contenía su sórdida sala de estar-. Soy muy feliz -repitió-, ¡y tú también debes serlo!
La señora Vane hizo una mueca de dolor y puso las delgadas manos, con la blancura de los afeites, sobre la cabeza de su hija.
-¡Feliz! -repitió como un eco-. Sólo soy feliz cuando te veo actuar. Sólo debes pensar en tu carrera. El señor Isaacs ha sido muy bueno con nosotras, y le debemos dinero.
La muchacha alzó la cabeza e hizo un puchero.
-¿Dinero, madre? -exclamó-, ¿qué importancia tiene el dinero? El amor es más que el dinero.
-El señor Isaacs nos ha adelantado cincuenta libras para pagar nuestras deudas, y para vestir a James como es debido. No debes olvidarlo, Sibyl. Cincuenta libras es...
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